En cuanto di el primer paso,
perdí la noción del tiempo, se vuelve imposible distinguir si avanza o retrocede,
reloj de manecillas caprichosas, que sin importarle cambian de sentido,
Un laberinto abandonado.
Tierra de ángeles malditos que perdieron sus plumas para convertirse por siempre en canto.
Tierra que poco a poco olvido en sus rincones al sonido, convirtiendolo en murmullo y eco.
Perpetuo acompañante sentado bajo el cobijo de una sombra.
martes, 9 de febrero de 2010
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